miércoles, 24 de abril de 2013






¿Familia o familias? Éste es el título del post anterior en el que anunciábamos ya el tema que nos ocupa hoy. Cuando se pretende oponer una noción "natural" de familia frente a la tendencia de reconocer muchos modelos de familia diversos coexistiendo en un mismo marco legal, con mucha frecuencia se invoca una pretendida noción universal que siempre habría existido: la idea de una unidad social mínima constituida por un hombre y una mujer con sus hijos. Se suele considerar que esta idea o noción básica sería universalmente reconocida en todas las sociedades.

Sin embargo, eso no es así. Las ideas sobre lo que es la familia han variado mucho en los siglos y en los distintos ámbitos culturales. Si nos ceñimos al Occidente y a las culturas del ámbito indoeuropeo podríamos identificar cinco paradigmas distintos de familia. ¿Qué entendemos por paradigma de familia? Pues algo muy sencillo: la relación más elemental en la que se comprende la esencia de la familia y el referente que sirve de fundamento del sistema normativo. En la Historia de Occidente ha habido pocos paradigmas de familia. Yo he individuado cinco. Ahora explicaré brevemente en qué consiste cada uno de ellos y dónde y cuándo han estado vigentes.

1. El paradigma bíblico: la carne


"Por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne" (Gn 2, 24). La carne puede ser traducida en nuestros días por la palabra "familia", porque con ella el autor bíblico alude a las distintas relaciones familiares. Una unión fornicaria no constituiría a los dos fornicadores en una carne. Ésta es constituida por la bendición de Dios concedida a la unión conyugal.

2. El paradigma romano: el poder


El Derecho romano nos ha comunicado las dos palabras clave de la sociedad: el matrimonio y el patrimonio. La familia tiene más que ver con el "patrimonio" que con el "matrimonio" puesto que consistía en el conjunto de personas y de cosas sometidas bajo el poder del paterfamilias. A este conjunto heterogéneo pertenecían tanto los hijos como también los esclavos; ahora bien, no era el amor ni la libertad ni la sangre lo que hacía que una persona fuese "hijo o hija" del paterfamilias, sino sencillamente el poder que le venía conferido por el sistema jurídico. Aquí está lo sorprendente: los hijos venidos por medio del matrimonio podían ser rechazados en el momento mismo de nacer y ser abandonados a su suerte, es decir, a la muerte. Al contrario, uno de los esclavos podía ser adoptado por el paterfamilias y ser elegido para convertirse en el heredero, por encima de los hijos biológicos. Era el poder lo que convertía a una persona en hijo. Y en esta relación, el hijo tenía la misión fundamental de suceder al padre en el gobierno de la familia, es decir, del patrimonio.


3. El paradigma biológico: la sangre

Si para la cultura bíblica el paradigma de familia residía en la alianza del hombre y de la mujer y para la romana era el poder del paterfamilias, ¿cómo se llegó a producir un cambio de paradigma en el mundo occidental? Porque durante muchos siglos, Occidente ha puesto la esencia de la familia en la relación de sangre, especialmente en el hijo natural. Ante los abusos y ofensas a la vida humana que hacían posibles las consecuencias de la cultura romana -como son el aborto y el abandono de los niños recién nacidos-, el cristianismo logró inculcar en la sociedad evangelizada un respeto por la vida, de manera que condenó tanto uno como el otro. De esta manera, estableciendo el deber natural de llevar a término el embarazo y también de acoger la vida engendrada, se acabó imponiendo una idea que derivó en el paradigma biológico. 

Bien mirado, el paradigma biológico sustituye a los otros dos por el sencillo hecho de que defiende la vida de toda persona. El hijo es siempre hijo, cualquiera que sea el origen o las circunstancias en que se hayan producido la concepción y el nacimiento. Parecía el más universal de los paradigmas, hasta que llegó...

4. El paradigma homosexual: la libertad

Efectivamente, el paradigma biológico no es el más universal. Mediante él quedan excluidos, entre otros, los homosexuales. Tanto gays como lesbianas no podrían acceder a la familia, porque sus uniones son absolutamente infecundas desde todos los puntos de vista, pero especialmente desde el de la fertilidad. Desde principios de los años 90, a finales del segundo milenio, tomó cuerpo en Occidente la idea de que el paradigma biológico suponía una discriminación intolerable de las personas homosexuales. De esta manera, proponiendo la posibilidad de que se casaran y adoptaran hijos como cualquier pareja heterosexual, se llegó a la convicción de que es la libertad de los individuos y sus deseos de amarse la que genera las familias. En todo caso, una vez aceptado el paradigma homosexual resulta evidente que el biológico ha quedado definitivamente desplazado. Se habría conseguido así un gran éxito en la lucha por las libertades: ya nadie puede quedar excluido de pertenecer a alguna familia. Eso está al alcance de todos.

5. El paradigma personalista: la alianza conyugal o conyugalidad


Desde mediados del siglo pasado existe un vasto movimiento cultural conocido con el nombre de personalismo y que ha influido en muchas disciplinas: la filosofía, la antropología, la teología, etc. Prácticamente, aunque no se puede generalizar,  el personalismo encuentra sus raíces en la cultura judeocristiana y en las nociones bíblicas. Concretamente, en el tema que nos ocupa se advierte la existencia de un concepto fundamental: la alianza que funda la familia es la que realizan el hombre y la mujer.

La familia está fundada sobre la conyugalidad, es decir, sobre la alianza mediante la que el hombre y la mujer se entregan recíprocamente. De esa unión -normalmente celebrada en las bodas- nace en la sociedad la familia como primera comunidad de personas.

De este paradigma nos ocuparemos en los próximos post. Hay que tener en cuenta que se trata de un paradigma actual, no porque goce de popularidad o sea aprobado por el Magisterio o por amplios sectores católicos, sino porque realmente supone una re-presentación del paradigma bíblico con aportación valiosa de la profundización filosófica de la cultura personalista. Aunque sean pocos los autores que se plantean la reforma del derecho de familia desde este paradigma, conviene señalar que es imposible hacer frente a la avalancha del paradigma homosexual desde las posiciones tradicionales ancladas en la biología.

Dicho de manera breva y concisa: el paradigma de familia está constituido por un presupuesto -la heterosexualidad- y por un fundamento: la fecundidad propia de la conyugalidad (o alianza conyugal).




martes, 23 de abril de 2013

"Las cosas tienen precio, las personas dignidad", pero muchos lo ignoran


Por Prof. Domènec Melé
Publicado el 18 de abril de 2013

La frase es de Kant, aunque el concepto pertenece a la entera tradición judeo-cristiana, que ve al hombre –varón y mujer– creados a imagen de Dios (Gen 1, 27). La dignidad de toda persona humana es hoy ampliamente reconocida en declaraciones internacionales, constituciones y ordenamientos jurídicos de todo el mundo. La dignidad entraña derechos propios –los derechos humanos– que son inherentes a la persona. Los estados simplemente los reconocen y los promulgan, pero esos derechos son innatos. Y entre estos derechos hay uno primordial, sin el cual los otros no tienen sentido: el derecho a la vida.
El derecho a la vida de todo ser humano, desde la concepción hasta la muerte natural  es ampliamente reconocido, respetado y defendido por mucha gente, pero hay algunos que no.
Todavía hay lugares donde la vida vale muy poco y abundan los asesinatos. Honduras y Venezuela se llevan la palma. En 2012, en Honduras murieron por agresión 7,172 personas (85,5 por cada 100.000 habitantes, frente a las nueve del promedio mundial). En Venezuela se registraron 21.692 asesinatos en 2012  (a razón de 73 muertes violentas por cada 100.000 habitantes). México tampoco se queda atrás. Ciudad Juárez, ubicada al norte de México y tristemente conocida por los relatos de asesinatos sin resolver y tiroteos entre grupos delictivos, registró 3,116 homicidios en 2010, con un promedio de ocho muertes violentas por día; aunque, afortunadamente, la cifra disminuyó a 2.086 asesinatos en 2011 y a 750 casos en 2012.
Otro modo escandaloso de falta de respeto a la vida son las guerras. En Siria, durante 21 meses de guerra civil se afirma que han muerto de modo violento unas 45.000 personas, 30.000 de ellas civiles.
Capitulo aparte merece el aborto, un verdadero “holocausto silencioso” como la ha calificado recientemente el Obispo de San Sebastian. Según el doctor Bryan Clowes, de Human Life International, los abortos provocados en el mundo desde 1973 ascienden a más de 1.700 millones y la tendencia es a aumentar.
Ante estos datos aterradores, la pasada semana nos ha traído dos buenas noticias en favor de la cultura de la vida. Una fue la aprobación por las Naciones Unidas del Tratado sobre el Comercio de Armas por una abrumadora mayoría. Con este tratado, la venta internacional de armas queda ligada a la calificación que el país comprador tenga en materia de derechos humanos.  Ha sido un proceso trabajoso que ha supuesto siete años de negociaciones diplomáticas y más de 10 de campaña por parte de la sociedad civil. Todavía hay mucho camino para andar, pero éste es un paso importante.
La segunda se refiere a la celebración del Día Internacional de la Vida 2013 que el pasado 6 de abril se celebró en todo el mundo. En España ha tenido lugar por tercer año consecutivo, con concentraciones en 30 ciudades españolas. En Madrid  486 asociaciones convocaron el acto central de tal celebración en la Puerta del Sol con una asistencia cifrada por los organizadores en 25.000 personas.  Los convocantes pidieron la derogación inmediata de la actual ley del aborto para así «recuperar la cultura de la vida». Al propio tiempo expresaron su apoyo a la iniciativa Uno de nosotros que busca la protección jurídica de la vida y la dignidad humana en toda la Unión Europea.
Es verdad que queda mucho por hacer, pero hay que ir dando pasos. También en sentido positivo. Un buen amigo me decía: “no se trata únicamente de denunciar a los gobiernos por esta deriva abortista. Es necesario, también, estudiar e investigar, con empeño –desde los múltiples ámbitos de las humanidades– la realidad del don de la vida. Y colaborar, de forma inteligente y operativa, con aquellas organizaciones sociales que trabajan en la defensa de esa vida humana.” Y añadía, quienes somos católicos y creyentes tenemos, asimismo, que rezar mucho, muchísimo, para que la misericordia de Dios nos alcance en nuestro compromiso firme de edificar una cultura de la vida.” De acuerdo. Subrayaría la idea de trabajar en soluciones constructivas, incluyendo ayudar a las madres en riesgo de abortar y profundizar, difundir de todos los modos posibles la dignidad inconmensurable de todo ser humano, con todos sus derechos innatos y trabajar por su protección social y jurídica.
Domènec Melé

El récord de paro juvenil amenaza con crear una “generación perdida”, advierten expertos en formación para el empleo

Desarrollo emocional Lunes, 22 de Abril de 2013


España registra la tasa de desempleo juvenil más alta de la Unión Europea, después de Grecia
Desempleo Juvenil
El paro entre los menores de 25 años sigue imparable y alcanza el 53% de desempleados. Esta situación de exclusión laboral puede desencadenar en una fuerte conflictividad social. El abandono de los estudios y el fracaso escolar impide satisfacer la demanda de puestos de trabajo técnicos, con una mano de obra cualificada que no tenemos.
Cada vez hay más jóvenes que, tras una larga y frustrada búsqueda de empleo, acaban excluidos del mundo laboral. Solo Grecia, que roza el 55% de parados menores de 25 años, supera a España, mientras que la media en Europa es del 22%. Las tasas de desempleo juvenil son más sensibles a la crisis que las tasas de adultos, y la recuperación en el mercado laboral de los jóvenes probablemente tarde más en llegar que en el mercado laboral de los adultos.
Una de las causas de este fenómeno es el abandono de los estudios a edad temprana y la alta tasa de fracaso escolar, que en España roza el 30%, y sigue creciendo.
El boom inmobiliario multiplicó las oportunidades laborales para este colectivo, que encontraba trabajo de forma rápida en empleos que no exigían experiencia previa ni formación académica, aunque con escasa proyección hacia el futuro.
Con la llegada de la crisis económica y el estallido de la burbuja, buena parte de esos trabajos desaparecieron, lo que supone que una buena parte de la población no tenga empleo ni formación para poder aspirar a otros puestos. El abandono escolar dificulta por tanto su acceso al mercado laboral, y se materializa en una poca propensión a participar en nuevas actividades formativas.
Pero además de este motivo, de sobra conocido, existe otro igual de importante. “Hay un desajuste entre la oferta y la demanda de trabajo por nivel educativo”, declara Patricia García, Socia Directora de Grupo Femxa, empresa líder nacional en formación para el empleo. “El aumento de la formación hacia la educación universitaria ha provocado una saturación de titulados superiores que el mercado español no es capaz de absorber, mientras que los puestos técnicos no están cubiertos”.
Nos encontramos en una situación en la que diplomados y licenciados españoles se ven obligados a emigrar, mientras que hay miles de empleos que requieren titulación media que nuestros jóvenes no pueden cubrir por falta de estudios. “Las previsiones europeas indican que en el horizonte del año 2020 el 50% de los empleos requerirán una cualificación profesional de nivel medio. En estos momentos el número de titulados de Formación Profesional en nuestro país es de 4.664.859, lo que representa un 24,6% de la fuerza productiva. Esto supone que en los próximos ocho años hay que cualificar al 25,4% de la población activa española”, explica García.
De lo contrario, será necesario buscar en el extranjero a trabajadores para esos puestos. Ante esta realidad, el riesgo de que este colectivo acabe convirtiéndose en una “generación perdida” no es nada descabellado: jóvenes sin empleo ni estudios que tendrán difícil su reincorporación al mercado laboral, incluso cuando la situación económica mejore. “El efecto combinado del enorme desempleo juvenil actual y los problemas de formación en España pueden hacer que el escalón sea enorme”.
Debido a la crisis económica, España ha reducido el gasto en educación, una losa más que cae sobre nuestros jóvenes. “No debemos ver la educación como un gasto, sino como una inversión”, añade la Socia Directora de Grupo Femxa. “Los jóvenes son el motor del desarrollo económico de un país, son el futuro. Desaprovechar ese potencial es un desperdicio económico que puede llegar a romper la estabilidad social de manera dramática. Hay que formar a muchos y muy rápido, en un entorno con pocos recursos. Para ello deben potenciarse nuevas tecnologías ligadas al aprendizaje para cualificar en puestos técnicos, idiomas, emprendimiento…”.
En unos tiempos en los que toca apretarse el cinturón, surge la duda de si ese objetivo podrá cumplirse, es decir, cómo debe afrontarse tamaña empresa cuando los recursos son limitados. “Hace años, apareció el aula de Internet en los centros educativos. En la actualidad, Internet está en el aula. El futuro está en usar el e-learning como herramienta para obtención de certificados profesionales”, apunta Patricia García.
El aprendizaje a distancia se presenta como la forma más eficaz de conseguir ese objetivo. Es un sistema flexible que favorece la interactividad entre profesor y alumno, y además derriba las barreras espacio-temporales actuales.