jueves, 31 de octubre de 2013
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Guía para no caer en las trampas afectivas de los hijos
Carlota Fominaya - ABC, 16 de septiembre 2014. 17-09-2013 Muchas estrategias manipuladoras de los hijos tienden, según los expertos, a crear una trampa emotiva que haga sentirse culpable a los padres, evitando así el doloroso reconocimiento de la propia responsabilidad personal. Así lo confirma el psicólogo y psicoterapeuta especializado en la formación de padres y matrimonios Osvaldo Poli, autor del libro “Corazón de padre” (Ediciones Palabra). |
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A su juicio, los padres menos identificados con su hijo se defienden con más facilidad de sus tentativas de culpabilizarles. “Recurren a la fuerza del razonamiento, con el que le ponen bajo presión, desmontan sus recriminaciones y le ponen frente a sus contradicciones”. Veamos, de la mano de este especialista, cuáles son las estrategias manipuladoras más comunes: —Falsear lo que dicen los padres, haciendo parecer que no se ha entendido su verdadera intención (“¡Tú quieres un hijo perfecto!”, acusa un hijo mientras el padre solo le pedía un pequeño esfuerzo). —Interpretar a su conveniencia un acuerdo hecho con los padres (“¡Había entendido otra cosa!”) —”Hacerse la víctima” frente a otras personas, presentando injustamente a los padres como violentos, amenazantes o punitivos —Utilizar las reacciones desesperadas de los padres para justificar sus comportamientos (“¡Estás siempre enfadada conmigo!” —Recurrir sistemáticamente al “Tú no me entiendes”, cuando se encuentran entre la espada y la pared. —Llorar con el propósito de “hacer creer que tengo razón” —Fingir un dolor de cabeza, de tripa, fiebre o vómito. —”Hacerse el problemático”, aludiendo a la falta de sentido de la vida, al suicidio, a la imposibilidad de ser feliz (cuando las circunstancias inducen a pensar que estas afirmaciones se usan de manera utilitarista e instrumentalista); o hacerse el triste o aburrido para preocupar a los padres. —Hacerse el perseguido o el incomprendido (“La han tomado todos conmigo, nadie me entiende, me regañan siempre, todo lo que hago nunca está bien”). —Negar la evidencia sin turbarse, tener siempre mil excusas preparadas o “caerse de una nube” si se le recuerda lo que ha dicho o hecho. —Hacerse el celoso (de un hermano pequeño, por ejemplo). “Corazón de padre”, el modo masculino de educar El libro, de ediciones Palabra, dibuja una diferencia clara entre la sensibilidad educativa paterna y la materna. Está basado en la diversidad que caracteriza a hombres y mujeres, tanto el plano físico como psicológico y espiritual, y pretende ayudar a los padres a ser conscientes del efecto positivo de su contribución a la educación de los hijos, destacando sus rasgos propios y complementarios a la sensibilidad educativa femenina. |
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