lunes, 29 de septiembre de 2014

La familia cristiana, como don y tarea


 




La Sagrada Familia

Hoy se ve necesario explicar mejor los fundamentos de la familia cristiana. Y es así, expone el documento de trabajo para el próximo sínodo, por el ambiente individualista de la cultura dominante que no es capaz de valorar el darse a los otros, la caridad. La solidaridad y la caridad están en la esencia del proyecto humano –de la propia naturaleza del hombre– y cristiano.

La familia cristiana, construida sobre el amor, es el primer ámbito donde se ejercita y se aprende el darse a los que en ella conviven. Pero para realizarlo así, y dado el clima individualista que nos rodea, precisa de una formación que le ayude a vivirlo día a día, y a descubrir su papel como escuela de solidaridad y de auténtica vida cristiana.

Hay que explicarlo mejor, añade el texto, también por las dificultades actuales para comprender la ley natural como fundamento de la fe familia. No se trata tanto –matiza– de defender un concepto abstracto, sino más bien la necesaria relación que el Evangelio establece con lo humano en todas sus expresiones históricas y culturales.

El orden de la creación

1. Para desarrollar esa propuesta ante todo se nos invita a ser conscientes de las actuales dificultades a la hora de explicar la ley natural. Una dificultad surge cuando se considera que no todos están de acuerdo en qué sea lo “natural”. A menudo se identifica con lo meramente “espontáneo”, lo que brota del sentimiento y la emotividad. También hoy se asiste frecuentemente a la interpretación de la libertad y de la felicidad en clave subjetivista, que sería lo único válido para fundamentar los “derechos humanos”. Por otra parte una visión tradicional de la “ley natural” parece “desmentida” por la investigación científica (la evolución, la biología y las neurociencias). Incluso, según la “ideología de género” la sexualidad de cada individuo dependería de los condicionamientos y necesidades sociales, y no tanto de la biología o de la naturaleza.

Todo ello estaría llevando a poner en duda la firmeza del compromiso matrimonial “para siempre”. Además algunas costumbres de ciertas culturas consideran la poligamia o el repudio de la mujer como algo “natural”. Por no hablar del sinfín de situaciones anómalas e “irregulares” respecto al matrimonio “natural” que abundan en nuestra cultura.

En suma, según esta lectura, no existiría lo “natural” como referencia común. Sin embargo, al menos por lo que se refiere a los cristianos, la experiencia es que “la ley natural es universalmente aceptada ‘de hecho’ por los fieles, aunque no se vea la necesidad de justificarla teóricamente” (n. 26).

En resumen, hay quienes objetan que la ley natural no sirve para explicar la moral sexual de la Iglesia. Existe de hecho una contestación práctica de la ley natural sobre la unión entre hombre y mujer, apoyada sobre todo en el subjetivismo y el individualismo.

Atención al lenguaje, combatir el individualismo

2. ¿Qué hacer ante estas dificultades? La respuesta del documento preparatorio sinodal comienza por atender al lenguaje. Se sugiere, ante todo, que al expresar lo que es el matrimonio y la familia, se dé mayor importancia al lenguaje bíblico (que habla del “orden de la creación”), con sus formas narrativas, y al lenguaje simbólico tal como el que utiliza la liturgia. Y que se preste particular atención al mundo juvenil.

Como marco de conjunto, se propone que se presente a la familia en el contexto de la vocación de la persona en Cristo. Los cristianos compartimos la convicción de que la familia es el ambiente natural de crecimiento y escuela de humanidad, amor y esperanza para la humanidad. Y lo es en cuanto que a través de ella Cristo revela el misterio y la vocación del hombre. Al mismo tiempo, hoy la familia se encuentra muchas veces en situaciones difíciles y complejas que requieren una mirada compasiva y comprensiva. “Esta mirada es lo que permite a la Iglesia acompañar a las familias como son en la realidad y a partir de aquí anunciar el Evangelio de la familia según sus necesidades específicas” (n. 31).

Entre esas situaciones y desafíos – como una primera “herida” de la familia en la sociedad actual– está el intento de su privatización; es decir, de recluirla como en un recinto cerrado y para el bien de sólo sus propios miembros, ocultando o impidiendo que la familia eduque para servir al bien común. 

Es, por tanto, necesario, combatir el individualismo en su versión “familiar”. Esto implica preguntarse cómo estimular la participación de la familia en la sociedad (y, antes, cómo educar la vida de familia dentro de la familia misma). Y se traduce en las relaciones entre familia y trabajo, familia y educación, familia y salud, familia y derecho (comenzando por la defensa de la vida humana desde su concepción).
 
Algunas propuestas formativas

3. Algunas propuestas formativas. Como se ve, no se trata solamente de defender la familia como institución “natural”, sino de mostrar la belleza del proyecto cristiano sobre el matrimonio y la familia, que lleva a plenitud el amor humano entre varón y mujer y los abre a un horizonte universal. He aquí algunas propuestas.

a) La referencia primera a la Trinidad. Dios es en sí mismo como una familia, comunión de Personas que viven eternamente en unidad perfecta. Y el matrimonio es la imagen de Dios entre nosotros, porque en el matrimonio “Dios hace de los dos esposos una sola existencia” (Francisco, Audiencia general, 2-IV-2014).

b) La familia de Nazaret como modelo y ejemplo para la familia cristiana, puesto que “la familia es el lugar ordinario y cotidiano del encuentro con Cristo” (n. 36). La unión con Cristo, por parte de los miembros de la familia, es garantía para salir adelante también ante las dificultades, con paciencia y comprensión. “Hacer familia”, sobre todo para un cristiano, es un don y una tarea diaria.

c) La educación del amor. La familia puede definirse como “signo eficaz de la existencia del amor de Dios”, como “santuario del amor y de la vida” y “primera escuela de humanidad”. En la familia debe acontecer la primera experiencia del amor, que es lo opuesto a la soledad. Y esto, no solo para los hijos, sino para todos los miembros de la familia. La familia es así lugar privilegiado para el desarrollo integral de las personas, tanto desde el punto de vista humano como cristiano.

d) El papel de los padres se considera, en esto, fundamental: su testimonio de fidelidad en la igual dignidad y en la complementariedad de sus diferencias, su testimonio de fe cristiana, de oración –oración personal y familiar, lectura de la Biblia, bendición de la mesa, rezo del rosario, etc., y de sacramentos –especialmente la confesión y la Eucaristía dominical– y un estilo de vida coherente con esa fe. He ahí los pilares seguros sobre los que se puede construir el espacio y el tiempo que necesita la educación cristiana de los hijos. En todo esto se señala la importancia de la parroquia que debería ser “familia de familias” sobre todo para la vida sacramental.

e) El “deseo de familia” que tienen muchos jóvenes es un verdadero signo de los tiempos que hay que acoger. Muchos de ellos perciben el valor de un vínculo estable y duradero, de un amor fiel e indisoluble que apoye el crecimiento humano y espiritual.

f) El acompañamiento de las familias, con misericordia y ternura, por parte de otras familias, de las parroquias, de los movimientos y asociaciones. Acompañamiento especialmente necesario ante las situaciones difíciles (crisis de diversos tipos, violencia, abandono, etc.).

g) La “formación constante y sistemática sobre el matrimonio como vocación, sobre el redescubrimiento del ser padres (paternidad y maternidad) como un don”. Además de la preparación inmediata de las parejas para el matrimonio, esto precisa “una formación más constante y articulada: bíblica, teológica, espiritual, pero también humana y existencial” (n. 49). Se recogen buenas experiencias en la línea de que los padres participen en las catequesis que se dan a sus hijos; que se aprovechen las fiestas litúrgicas como la Navidad y la fiesta de la Sagrada Familia para esta formación; y que se proteja, también desde el punto de vista civil, el domingo como día del Señor y de las familias.

Cabe apreciar que el mayor interés de estas propuestas no es simplemente el de un conjunto de ideas que se les habrían ocurrido a un grupo de expertos. Ante todo consiste en un hecho: arrancan de la vida de cristianos que, conscientes de su misión e ilusionados con su tarea de iluminar y vivificar la sociedad en la que viven, toman nota de lo que está pasando, y presentan sus experiencias, reflexiones y propuestas para ayudar a los matrimonios y a las familias cristianas.


János Donát (1744-1830), 

http://www.ideasclaras.org/drupal/node/97#laliber

miércoles, 10 de septiembre de 2014

¿Sabías que la Biblia te dice cómo amar 

a tu esposa?

Tienes una compañera para toda la vida, 

¡qué bendición! Agradécele a Dios y reza por ella a diario






© Kurtis Garbutt
Piensa en lo solo que estarías sin ella. Adán estuvo solo y no fue bueno para él, así que Dios le dio una esposa. Tienes una compañera para toda la vida, ¡qué bendición! Agradécele a Dios y reza por ella a diario.

Los esposos tienen la responsabilidad de amar y honrar a sus esposas. ¿Te gustaría ser un esposo que ama a su esposa así como Cristo amó a la Iglesia?, entonces sigue estos consejos:

1. “Ama a tu esposa así como Cristo amó a la Iglesia”. (Efesios 5:25)

El amor de Cristo por la Iglesia es ilimitado, nada lo detiene; Él dio su vida por la Iglesia. Bajo la autoridad de Dios, ama a tu esposa como si le dieras tu vida a Dios.

2. “Ama a tu esposa de la misma forma en que amas tu vida.” (Efesios 5:28-33).

Cuida las necesidades y el bienestar de tu esposa. Siente su dolor y enfermedad, y regocíjate en su salud como si fuera tu propia vida. Sus necesidades espirituales, físicas, emocionales o económicas deben merecer tu esfuerzo absoluto. Sólo de esta manera puedes amarla y proveerla, así como lo haces con tu propia persona.

3. “Sé considerado, comprensivo..." (I Pedro 3:7a)

Para ser considerado, debes renunciar a ti mismo. Cuando ella necesite levantar cosas pesadas, ¡hazlo tú! Si necesita tiempo ¡dáselo! Ayuda a tu esposa con toda tu energía, muéstrale tu amor con toda consideración. Reza y pide a Dios la gracia para ver en qué ocasiones actúas desconsideradamente, y corrige tu comportamiento.

4. “No seas cruel con tu esposa.” (Colosenses 3:19)

Cuando una esposa es sensible, las respuestas crueles, tu enojo, los tonos de voz de irritación e impaciencia la afectarán profundamente. Actúa y dirígete siempre a ella con amabilidad y respeto. Recuerda que tu esposa es un regalo precioso que Dios te ha dado.

5. “Honra tu matrimonio; mantenlo puro siendo honesto en todas las formas.” (Hebreos 13:4)

Jesús dice: “las miradas lujuriosas son adulterio.”(Mateo 5:28). Mantén tu matrimonio puro entrenando a tu corazón y ojos para que sean fieles a tu esposa. ¡Tu matrimonio cosechará grandes beneficios si lo haces! Agradécele al Señor por la belleza y apréciala, pero mantén tus ojos, alegría, mente y corazón en tu esposa.

6 . “No te dejes seducir por otras mujeres.” (Proverbios 5:20)

Encontrar atractivas a otras mujeres y mirarlas, deteriorará la visión que tienes de tu esposa. Estarás menos satisfecho con ella, y ella se sentirá menos especial para ti. Ningún hombre puede crear el hábito de mirar a otras mujeres sin que su mujer lo note. Cuando le pides a Dios la gracia de mirar atractiva solamente a tu mujer, ella también lo notará y se sentirá como la reina del mundo y tú te enamorarás más de tu mujer.

7.  "Llama a tu esposa ‘bendita’ y elógiala." (Proverbios 31:28-29)

Dile que es especial y que es mejor que cualquier otra mujer en la tierra. No menciones sólo su belleza física, sino cuánto la valoras como persona. Mira cómo se goza tu esposa mientras le llenas los oídos de elogios. ¡Ella anhela esas palabras y quiere oírlas de ti!

8. “Sé agradecido por tu esposa y date cuenta del favor que has recibido de Dios.” (Proverbios 18:22)

Piensa en lo solo que estarías sin ella. Adán estuvo solo y no fue bueno para él, así que Dios le dio una esposa. Tienes una compañera para toda la vida, ¡qué bendición! Agradécele a Dios y reza por ella a diario.

9 .“Sé una sola carne con tu esposa en todos los sentidos.” (Mateo 19:5)

Disfruta la vida con ella. Apresúrate para llegar a casa con ella cuando sales del trabajo. Piensa en ella durante el día, llámala a diario. Aprendan a llegar a acuerdos como pareja. Inviertan su tiempo en platicar y compartir los eventos del día. Muestra un interés genuino, escuchando atentamente, prestando una total atención y mirándose a los ojos. Sean como si fueran uno solo.

10. Honra a tu esposa “como coheredera de la gracia... para que sus oraciones no encuentren obstáculo” (1Pe 3, 7b)

En el Sacramento del Matrimonio, tú y tu esposa recibieron la misma gracia; cultívala: ora con ella, asistan juntos a Misa y a visitar el Santísimo Sacramento, recen el Rosario; edifiquen su Matrimonio cimentados en Jesús y de la mano de María.

Artículo originalmente publicado por  SIAME

El mundo está perdiendo la razón de ser 

del matrimonio y la familia

Reflexiona el arzobispo de Los Ángeles, de cara al Sínodo de la Familia





El arzobispo de Los Ángeles, California, monseñor José H. Gómez, en sus últimas columnas para Vida Nueva, The Tidings y AngelusNews.com, ha estado meditando acerca del matrimonio y la familia, para ayudar a orar y a preparar a sus feligreses para el importante Sínodo de los Obispos sobre la Familia, que se reunirá en octubre en Roma.

“El Papa Francisco convocó este sínodo porque se da cuenta de que en nuestros tiempos, la familia está pasando momentos muy difíciles. Vemos las mismas señales por todas partes en la sociedad contemporánea. Nuestro mundo está perdiendo el sentido de la razón de ser del matrimonio y la familia”, escribe el arzobispo de Los Ángeles en su última columna de Vida Nueva.

Para el purpurado de origen mexicano este de la familia y el matrimonio es uno de los importantes temas de discusión en nuestro tiempo, “porque el matrimonio y la familia son los cimientos de la sociedad y de la cultura”.

¿Por qué la Iglesia?

Monseñor Gómez reflexiona en esta columna por qué la Iglesia católica tiene que intervenir para defender esta institución natural, pues, dice “a la Iglesia se le ha confiado la hermosa verdad de lo que es el matrimonio y la familia. Y nuestro mundo necesita escuchar esta buena noticia”.

El plan de Dios para el matrimonio y la familia está inscrito en el orden natural de la creación y en la creación de Dios, “hay algo único, hermoso y sagrado con respecto a la relación entre el hombre y la mujer en el matrimonio. Su unión en el amor crea nueva vida, crea una nueva generación de la sociedad humana”, escribe el prelado angelino, considerado uno de los 100 líderes hispanos más influyentes en Estados Unidos.

Más adelante, señala que, como Iglesia, tenemos “que proclamar la verdad de que en el plan de Dios, el matrimonio es un sacramento, un signo vivo de la realidad del amor de Dios por cada persona. También tenemos que proclamar la verdad de que el matrimonio es una vocación de amor, un llamado que Dios hace a los esposos y esposas a dar testimonio de su amor y a construir su Reino, la familia de Dios en la tierra”.

No es un tema religioso o privado

Una de las distinciones centrales que hace monseñor José H. Gómez en su artículo es que el matrimonio y la familia no son sólo asuntos religiosos o privados, y que la manera en que definimos estas realidades tiene implicaciones para la sociedad y para nuestras obligaciones hacia los ciudadanos más vulnerables: los niños y los ancianos.

“Y parte de nuestra misión como católicos requiere que intervengamos en la discusión cultural y política sobre el matrimonio. En mi opinión, estos debates en nuestros días reflejan la forma en que nuestras ideas han sido distorsionadas por el individualismo que impera en nuestra cultura”, continuó diciendo el prelado estadounidense.

Para monseñor Gómez “debemos ayudar a nuestros prójimos a que entiendan que el amor es más que una emoción personal, y que el matrimonio es más que una relación para el beneficio de las personas que quieren casarse”.

Una comunidad natural

El amor conyugal es fuente de vida y forma una “comunidad” de personas. Y cada familia se vuelve una parte de la sociedad en general. Esto es lo que los Papas quieren decir cuando hablan de que la familia es la “célula básica” de la sociedad, explica en su reflexión el arzobispo de Los Ángeles.

Es necesario, así, que se promueva una comprensión más completa y más rica de lo que significa la familia. “Cuando hablamos de familia, no sólo nos referimos a un esposo, una esposa y sus hijos. Las familias están constituidas por generaciones más jóvenes y generaciones de más edad. Las familias se componen de muchos individuos diferentes y todos ellos viven relaciones de amor y de cuidado de unos por otros. Las familias son los padres, abuelos y niños; las tías, tíos y primos”.

En seguida expresa que la promoción de matrimonios y familias fuertes es un asunto fundamental de la dignidad humana y de la justicia social, así como también parte de lo que significa tener una buena sociedad.

“Entonces, tenemos que examinar el impacto que nuestras políticas, leyes y prácticas culturales están teniendo en la estabilidad de los matrimonios y en la unidad de las familias. Tenemos que examinar el impacto que tienen en los niños, que son el futuro de nuestra sociedad”, subraya el prelado.

Ayudar de manera afectiva y efectiva

Para monseñor Gómez al mismo tiempo que la Iglesia trabaja por ayudar a la sociedad a comprender la belleza del matrimonio y la familia, también debe de buscar nuevas maneras en que la propia Iglesia pueda ayudar a las familias.

“Tenemos que hablar más sobre los temas de la vida familiar en la catequesis. Tenemos que buscar la manera de inspirar a los jóvenes a responder a la vocación del matrimonio, y hemos de encontrar nuevas maneras para prepararlos a ser buenos esposos, esposas y padres”, manifiesta en su reflexión de Vida Nueva.

“Algunas de nuestras parroquias suelen recordar y bendecir cada mes a las parejas que están celebrando su aniversario de matrimonio. Todos deberíamos poner en práctica buenas ideas como ésta”, refiere el arzobispo de Los Ángeles en la revista del propio arzobispado.

La Iglesia primitiva hablaba de la familia como “Iglesia doméstica”. Esta es una “hermosa imagen sobre la que podemos pensar y reflexionar. La familia es el lugar cuyo centro es Jesús y en el que los valores del Evangelio se viven y se transmiten”, termina diciendo el prelado no sin antes recordar la oración necesaria para “ayudar a las parejas católicas a vivir su vida de casados con mayor alegría”.

http://www.aleteia.org/es/religion/noticias/el-mundo-esta-perdiendo-la-razon-de-ser-del-matrimonio-y-la-familia-5875648480411648