En el mensaje de la 49ª Jornada Mundial de las Comunicaciones
Sociales, el Santo Padre indica que la familia está viva si respira abriéndose
más allá de sí misma
Por Rocío Lancho García
CIUDAD DEL VATICANO, 23 de enero de 2015 (Zenit.org) - La familia es el primer lugar
donde aprendemos a comunicar. Y viendo que el tema de la familia está en el
centro de una profunda reflexión eclesial y de un proceso sinodal, el santo
padre Francisco ha elegido la familia como tema para la próxima Jornada Mundial
de las Comunicaciones Sociales. El Papa explica en su mensaje que en la familia
la comunicación es “la capacidad de abrazarse, sostenerse, acompañarse,
descifrar las miradas y los silencios, reír y llorar juntos, entre personas que
no se han elegido y que, sin embargo, son tan importantes las unas para las
otras”. Además, en el mensaje recuerda que “no luchamos para defender el
pasado, sino que trabajamos con paciencia y confianza, en todos los ambientes
en que vivimos cotidianamente, para construir el futuro”. La familia más
hermosa, asegura el Papa, es la que sabe comunicar, partiendo del testimonio,
la belleza y la riqueza de la relación entre hombre y mujer, y entre padres e
hijos.
Haciendo referencia al episodio evangélico de la visita de María a
Isabel, el Papa explica en el mensaje que este episodio “nos muestra ante todo
la comunicación como un diálogo que se entrelaza con el lenguaje del cuerpo”.
Exultar por la alegría del encuentro es, en cierto sentido, “el arquetipo y el
símbolo de cualquier otra comunicación que aprendemos incluso antes de venir
al mundo”, precisa Francisco. Asimismo, indica que el senomaterno, el encuentro
entre dos seres a la vez tan íntimos y tan extraños “es un encuentro lleno de
promesas, es nuestra primera experiencia de comunicación”.
A continuación habla del seno que es la familia. “Un seno hecho de
personas diversas en relación”. Por eso el Santo Padre recuerda que la familia
es el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia, diferencias de
géneros y de generaciones, que comunican antes que nada porque se acogen
mutuamente, porque entre ellos existe un vínculo.” De este modo, el Pontífice
explica en el mensaje que “nosotros no inventamos las palabras”, sino que “las
podemos usar porque las hemos recibido”. Además, señala que “en la familia se
percibe que otros nos han precedido, y nos han puesto en condiciones de existir
y de poder, también nosotros, generar vida y hacer algo bueno y hermoso”.
Por otro lado, el Papa observa que la mayor parte de nosotros “ha
aprendido en la familia la dimensión religiosa de la comunicación”, que en el
cristianismo “está impregnada de amor, el amor de Dios que se nos da y que
nosotros ofrecemos a los demás”.
La familia está viva, señala el Papa, “si respira abriéndose
más allá de sí misma”. Las familias que hacen esto “pueden comunicar su
mensaje de vida y de comunión, pueden dar consuelo y esperanza a las familias
más heridas, y hacer crecer la Iglesia misma, que es familia de familias”,
explica el Pontífice.
Por otro lado el Papa habla de los límites. Y así, afirma que “no
existe la familia perfecta, pero no hay que tener miedo a la imperfección, a
la fragilidad, ni siquiera a los conflictos; hay que aprender a afrontarlos de
manera constructiva”. Al respecto, Francisco recuerda que “el perdón es una
dinámica de comunicación”, y precisa: “una comunicación que se desgasta, se
rompe y que, mediante el arrepentimiento expresado y acogido, se puede reanudar
y acrecentar”. Un niño que aprende en la familia a escuchar será un
constructor de diálogo y reconciliación en la sociedad, asegura.
También hace referencia en el mensaje a las familias con hijos
afectados por una o más discapacidades. Y explica que “el déficit en el
movimiento, los sentidos o el intelecto supone siempre una tentación de
encerrarse; pero puede convertirse, gracias al amor de los padres, de los
hermanos y de otras personas amigas, en un estímulo para abrirse, compartir,
comunicar de modo inclusivo”.
Asimismo indica que la familia puede ser una escuela de
comunicación como bendición. El único modo para romper la espiral del mal
--explica Francisco-- es en realidad bendecir en lugar de maldecir, visitar en
vez de rechazar, acoger en lugar de combatir.
Otro tema abordado en el mensaje son los medios de comunicación
modernos. Al respecto el Papa advierte que pueden “tanto obstaculizar como
ayudar a la comunicación en la familia y entre familias”. Por eso señala que
“redescubriendo cotidianamente este centro vital que es el encuentro, este
inicio vivo, sabremos orientar nuestra relación con las tecnologías, en lugar
de ser guiados por ellas”.
El Santo Padre plantea un desafío: “volver a aprender a narrar, no
simplemente a producir y consumir información”.
Como idea conclusiva, Francisco señala que la familia “no es un
campo en el que se comunican opiniones, o un terreno en el que se combaten
batallas ideológicas, sino un ambiente en el que se aprende a comunicar en la
proximidad”. Al respecto, el Papa reflexiona sobre cómo los medios de
comunicación tienden en ocasiones a presentar la familia como si fuera un
modelo abstracto que hay que defender o atacar, “en lugar de una realidad
concreta que se ha de vivir” o “como si fuera una ideología de uno contra la
de algún otro, en lugar del espacio donde todos aprendemos lo que significa
comunicar en el amor recibido y entregado”. De ahí, el Santo Padre señala que
“narrar significa más bien comprender que nuestras vidas están entrelazadas
en una trama unitaria, que las voces son múltiples y que cada una es
insustituible”.